¿El seguro más barato es el mejor?

Buscas cuidar tu economía. Siempre has buscado los mejores precios en todo. En los seguros no es la excepción. La semana pasada te llamó tu agente de seguros para avisarte que próximamente se vence el de tu coche. Cuando te dijo la prima te sorprendiste mucho.

Te pareció muy cara. Le dijiste que te llamara después. Decidiste buscar por tu cuenta en internet. Entraste al Autocompara de Santander y otros portales similares. Todos tenían más de cinco aseguradoras. Algunas con la misma prima que te dio tu agente, otras más caras y unas más baratas.

De éstas últimas te gustaron dos. Finalmente te decides por una de otra aseguradora distinta a la que  tenías. El seguro te costó casi la mitad del precio de la renovación que te ofrece tu agente. Sin pensarlo dos veces, lo contratas. Pides que te lo carguen a tu tarjeta y en cinco minutos tienes la póliza en tu correo electrónico. Te quedas muy feliz de haber encontrado un seguro para tu auto mucho más barato.

Después de imprimir tu póliza te quedas pensando y con sentimientos encontrados. No puedes evitar pensar que tu agente de seguros pudo haberte visto la cara durante años al venderte seguros más caros. Lo conoces de hace muchos años y te cuesta trabajo creerlo. Prefieres no decir nada. Te quedas con un sabor levemente amargo, con una piedra en el zapato.

Para no dar más explicaciones, le dices a tu agente que ya vendiste el auto y que no vas a querer el seguro. Le pides que cancele la renovación. Así procede. Pasados unos meses tienes un accidente a bordo de tu carro. Revisas en la guantera y no traes la póliza.

Le llamas a tu agente para que te apoye para darte el numero de póliza y reportar el siniestro a la aseguradora. Te dice que el coche ya no está asegurado con él. Te recuerda que “lo habías vendido”. No te acordabas que habías contratado el seguro por internet. Llamas a tu oficina para pedirle a tu secretaria que te proporcione el número de póliza y los teléfonos de la aseguradora, la póliza que imprimiste la dejaste en el cajón de tu escritorio.

Después de casi una hora en el teléfono ya te empiezas a desesperar. Está lloviendo fuerte, no has comido y ya es de noche. Esperabas llegar a casa a cenar. No le has avisado a casa que chocaste. No quieres preocupar a nadie. Esperas que todo se solucione rápido.

La cosa se empieza a complicar porque llegaron varias patrullas, pues el choque fue aparatoso y grave. Además, de tu auto hay otros tres involucrados y cuatro personas lesionadas, dos de ellas de gravedad. Una de ellas venía contigo en tu auto. Te informan los patrulleros que deben detenerte y “presentarte ante el MP” ( así le dicen ellos al Ministerio Público). Te empiezas a preocupar. Sientes que la cosa no es simple.

Pides a los policías que te dejen llamar al banco donde tienes tu nuevo seguro. Después de varios intentos logras comunicarte. Le explicas a la persona que te contestó la situación y le das el número de tu póliza. Queda en enviarme un ajustador que llega después de dos horas. Tú ya estás con bastante desesperación. La lluvia no deja de caer.

Te avisan que eres responsable del choque. Te quieres morir. Te avisan que la suma de tus gastos médicos a ocupantes corresponde a 100 mil y no alcanzará para pagar el hospital y que tu (RC) Seguro de Responsabilidad Civil es muy baja. No sabes qué significa nada de eso. Quieres llamarle a tu agente que te ayude. Ya no sientes que haya sido una buena decisión comprar un seguro “más barato” sin preguntar ni entender nada. Extrañas a tu agente. Espero pronto se mejore tu situación. Cuídate mucho. Nos vemos el próximo martes.

Publicado en Capital de México el 4 de septiembre de 2014.

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